Miraba con la melancolía pegada en los pespuntes de aquella blusa verde.
El balcón abierto a la tarde, le ofrecía un gesto de amabilidad que flotaba en el aire. Con la mezcla del color de las amapolas sobre los valles y la de los naranjos repletos de azahar, le llegaba la brisa marina, acariciándole levemente los dedos de los pies. Froto un pie sobre el otro mientras se apoyaba en la barandilla mirando el horizonte, salteado de bosques y pueblos alejados que aparecían como montículos de pequeñas flores.
No soñaba, ahora tenía la sensación de que aquella luna, que lo sabía todo, aparecería de pronto a resolver todas las preguntas que se le escondían desde hacia unos meses, cuando el silencio y la duda se le instaló a palmo y medio por encima del ombligo. Pau llevaba demasiado tiempo envuelto en la taciturnidad con la que se reconoce a la persona que echa de menos lo que no tiene, quizás llevaban ya demasiado tiempo juntos, y ella supo comprender aunque le fastidiase, que no había pasión en una relación como la de ellos, quizás sexo y ternura, sin complicidad, pero…nada más. Lo veía por la casa, deambulando como si realmente los dos estuvieran sin el otro, se encogía en un rincón, acurrucado con la guitarra y un cigarro, y componía canciones.. que su grupo, liderado por Andreu, intentaría destrozar una vez más.. tenía sentido?¿
No, no tenía ningún sentido. Tubo sentido conocer a Pau, con aquel aire de bohemio francés que le cautivo y aquella sonrisa que le nacía en los pliegues de los ojos, y tubo sentido vivir juntos aquella relación que le arañaba el sexo de placer , y la zarandeaba de pasión, cada vez que Pau le encajaba sus dedos y sus ojos en los de ella. Ahora comprendia que cada uno tenía otro camino, y ella no pensaba interferir en el de Pau. Sabía que las experiencias personales se ponen delante de cada cual para aprender de ellas y crecer psíquica y emocionalmente.
Cuando no tenía ensayo estaba de mejor humor, entonces la abrazaba y le susurraba aquella nueva canción en el oído. Porque Pau era muy bueno componiendo, rozaba la genialidad, y ella quizás podía comprender porque se había tenido que enamorar de aquella inoportuna soledad.
lyria