"Rakú" La ceremonia del té

El jardín se abre entre silenciosos chopos a una vereda de pequeñas piedras y recodos de rosas, tulipanes, jazmines y margaritas.

Mas allá, una mesa de madera pulida, rescatada de aquel viejo árbol que cayó en la tormenta, nos espera muchas veces. Los asientos son cálidos también, los hicimos con el cariño de nuestras manos, hacia aquel centenario que cayó abatido hacia meses y que hacen del acogedor rincón el lugar preferido de las tertulias y del desayuno cuando no hace demasiado frío.

Esta mañana es tuya te digo, mientras voy pensando como descubrirte la magia de los tiempos, de la tierra, y del barro, del fuego y del aire, del agua, y del sabor.
Perfecta unión, entre la tierra, y el universo.

Te miro en la caricia de descubrirte a los ojos, la reacción de la tierra, , despertada de entre tus manos, me miras sin decir, solo adivinando, que quiero atraparte en el abrazo infinito, de una tradición que se acerca cada vez que le llamamos, fiel a su cometido de renacer, de nuevo, en cada latido de su pétrea piel.

Huele a fresco, me dices, mientras tomas con curiosidad ese trozo de barro, te lo acercas y lo hueles, descubriendo la tierra concentrada, - Es arcilla? preguntas, tiene textura suave, pero granos de arena, rugosa sensación que le da fuerza, entonces te descubro el gres que amasas con tus manos.

La mañana esta recién levantada. Todavía queda escarcha, brillando sobre los bordes de las hojas, que la incipiente primavera va besando tímidamente hasta unas horas más tarde.
Paseamos por el jardín, mientras nuestras manos, sin herramienta alguna moldean una forma primitiva y cóncava que vamos dejando al sol para que seque pronto.
Las aromáticas, dentro de sus rocallas, despuntan creciendo cada día más y las lavandas con su perfume de frescura, se alzan en un espacio pintado de azul o de lila, o de ese color que solo poseen ellas.

Han pasado unos días, y observas que aquellas formas ya están secas.

Con cuidadoso mimo, vamos cociendo las piezas, el calor fundirá sus moléculas, el agua se ira evaporando, el feldespato fundirá sus átomos, y la alumina condensara la fuerza del Gres, que se trata de una arcilla, con arena de cuarzo, con sílice y óxidos, que se convertirá en una cerámica dura como una roca, compacta y semivitrificada, como el cristal y creada a partir de los 1.280 grados.

Por el pequeño puente, el riachuelo, danza al ritmo de las piedras, en este silencio de sabanas tendidas y del aroma del azahar, quedamos frente a frente, entre pequeños vuelos de nuestras manos, y pasados unos días vamos sacando ya frías aquellas extrañas pero atractivas piezas, las dejamos con cuidado sobre un manto de hierba fresca, y con curiosidad, me descubres las primeras flores del almendro

Callados contemplamos, como el cielo se vuelve rojizo en la tarde, y ponemos la mágia con alas de pinceles dentro de nuestros cuencos.
Vamos poniendo esmaltes, vamos dando color esperando la noche. Las estrellas verán arder el último abrazo ente el fuego y su esmalte, para traernos brillante el juego del placer, del más bello “RAKÚ” y la noche brillando en la alquimia del metal rescatado nos besará los labios, en un sorbo de té.

Arderá el horno que acoge las piezas a 900 grados, veremos sus formas, y abierto el fuego alumbrara la noche.

Las tenazas, sacarán esos vasos de lava rojiza y transparente.
Y llenitas de estrellas chispeante, encontraran su espacio entre virutas y hiervas para así abrazar su antiguo origen de una reducción rápida del calor concentrado.

A sido mágico el momento, el fuego ardía, las piezas también eran de fuego, y han estado en nuestras manos, ardiendo burbujeantes casi, en ese calor que nos deja hipnóticos por la belleza, por la pureza, de la transformación de la tierra.

Ahora veremos las estrellas, y veremos la belleza brillar en nuestras manos, callados limpiamos sus hojas y virutas en agua fría, después vamos, secando y frotando sus destellos, de inigualable brillo, el color de la alquimia, y brillo a veces metalizado, rescatando el metal del mineral primero que tan solo era polvo.

La música es suave, estamos sentados alrededor de una hoguera, con el sabor de ese beso que nos ofrece la tierra.

Tambien puede ser un cafe con ron, jajjaaa pero antiguamente hace más de 500 años, este tipo de cerámica asociada con el budismo Zen y la filosofia del Tao , se utilizaba para la ceremónia del té.

Importada desde Corea, en casa de los ceramistas, cuyo precursor fue "Chojiro" los invitados se pintaban sus propios cuencos, despues el proceso es corto, en 40 minutos, sacas ya la pieza al rojo vivo con 900 grados, esto hace que el "Rakú"sea un mundo dentro de la cerámica, con antiguas raices populares , que convierten las piezas en unicas e irrepetibles. Por cierto, el nombre de "Rakú", significa juego, contento, gozo, diversión.

Estais invitados eh?

lyria