Una sonrisa asomó a mis labios como un rictus inicial al oler el aroma de aquella agradable taza de café con una compañía que no podía retener, o tal vez sí.
Irene no decía nada, sabía que cumplía con su trabajo, la amabilidad no era impuesta, brotaba espontáneamente como su rebeldía en contra de todo aquello que tributa bajo el amparo de estrictas normas, quizá le gustaba ser amable porque merecía la pena ser lo, solamente por eso, sin más.
En algún momento desee que se sentará conmigo, sería una sensación agradable. Miré el reloj, era muy tarde, quizás terminaría y me marcharía de allí...Quizás otro día.
-Irene…
La llame por su nombre que se encontraba colocado en una pequeña placa, expuesta en un lado discreto de una fina blusa color jazmín, insinuante sobre unos pechos de contornos torneados y prietos, sin llegar a ser exultantes, guardando una perfecta consonancia con el resto de un cuerpo sinuoso y provocativo.
- tienes un acento que me gusta, ¿de qué parte del país vienes?
Irene, lo miro sonriente y soltó una carcajada.
-En serio, creí que me ibas a preguntar por mi barra de labios ya que tu vista esta fija en ellos.
Un silencio se cernió en ese instante donde él no estaba dispuesto a dar tregua a una visión acrecentada por el deseo de probar la calidez de sus labios.
Irene llevaba tiempo aparcando su pasado, no era bueno ni malo, pero la realidad le estaba ofreciendo otra forma de vida apetecible, posiblemente lo que asomaba por su piel era rigurosamente la certeza de estar haciendo lo correcto, sabía muy bien en qué mundo vivía y donde se encontraban sus limites.
La soledad era una respuesta momentánea y su escudo protector.
-Soy de unos 400 Km. hacia el este, de un pequeño valle muy cerca del mar, quizás sea ese aire marinero y su gente lo que trasmiten este acento.
Esbozó una leve sonrisa sin añoranza. No recordaba, no había nostalgia de un pasado, solo presente, era una filosofía de vida, la de guiar los pasos de su propio camino, le gustaba mirar y amar lo que nadie veía, o no quería ver, lo que no tenía cabida social, aquello que solo unos cuantos podían descubrir a diario.
Tenía frente a ella un personaje peculiar, el tampoco era de este lugar, se notaba, y se moría en ganas de preguntar de donde venia, que hacía, y donde iba, pero….
Acaso era necesario preguntar, y en caso de ser lo ¿porque?, que objetivo había en ello, un día decidió que lo importante era no preguntar nada… escucharía con el oído del alma las respuestas que solo ella podía entender. Lo importante, no era ser como los demás querían, sino, avanzar en el paso de ser una misma, y solo había una forma de conseguirlo, seguir latiendo dentro y fuera de ella.
Se dio la vuelta; como comprendiendo que sus preguntas hacia el debían esperar; se alejaba paso a paso, de repente, y sin saber por qué se paralizó, un escalofrío transformado en miedo recorrió todo su cuerpo, por primera vez tenía que preguntar y esperar unas respuestas que verdaderamente le importaban, tenía miedo de no saber de él de no volver a verlo la sola idea la aterraba y la confundía por suponer sentimientos que creía ya olvidados.
-Por cierto, ¿Cómo te llamas?
Pregunto girando su cuerpo, y levantando su voz para asegurarse ser escuchada.
-¿Quieres un nombre? En realidad solo es eso un nombre, digamos que me llamo Daniel, como Daniel el travieso, o si lo prefieres Daniel, Daniel Bond, jajaja.
Irene pensó si realmente Daniel seria su nombre o seria un toque más de misterio, de ocultación ante ella.
-Se me olvido advertirte, que soy bastante indiscreta, espero que no te moleste.
Jamás lo había sido, y mucho menos con desconocidos, ¿qué le estaba pasando?
-No te preocupes me debes una, además también me gusta pecar de indiscreto, volvió a reír.
Pensó que era demasiado tarde para ponerse serios, no quería una conversación típica de presentación banal y mucho menos precipitarse en dar una imagen, tenía fama de frió y calculador, no se dejaría llevar por una situación irreal y momentánea.
Irene recuperando sus pasos continúo hacia la barra sonriente, empezando a recoger algunas tazas y vasos, mientras sus compañeros iban subiendo sillas y banquetas en la barra y mesas para dar por concluida una noche de trabajo agotador.
Daniel Lear acababa de llegar de Francia y no tenía demasiado tiempo, solo el justo para llevar a cabo sus propósitos de adquirir una obra de arte encargada por un coleccionista y buscar a una restauradora de arte cuyas señas se limitaban a su último lugar de trabajo de, una pequeña ermita de tiempos inmemorables cuyo servicio en el presente era dar cobijo a los pelegrinos del camino de Santiago.
No compartía ritos religiosos ni creencias, es mas no podía entenderlos pero su vida estaba ligada a ella, a sus templos o iglesias, a sus reliquias pero su fin era diferente no buscaba un perdón, ni mucho menos ser un buen cristiano.
No tenía un paradero fijo, había aprendido a vivir nómada y le gustaba. Su madre y sus hermanos le esperaban, algún día regresaría, pero todavía no era el momento, quizás les dedicara una visita, pero nada más.
-Daniel...
Escuchar su nombre le produjo una agradable sensación, cuánto tiempo hacia que no le llamaban así..., no recordaba, en el trabajo siempre era Lear, o Señor Lear cuando negociaba con sus clientes, pero esa proximidad, le gusto…
Colaboran lyria y lineametro@gmail.com
Hola!
ResponderEliminarQue gratificante es que a uno lo llamen por el nombre...y mas si es la persona con la que se sueña o le gustaria compartir la vida, verdad?
En ambos se despertaron sentimientos ùnicos...me gsutò que pudieran hablarse, tan solo por el miedo a no volver a verse...hermosa historia de un inminente amor!
Gracias por compartir estas hsitorias...me gsutan mucho!
Un abrazo y muy buen lunes.-
Se está poniendo interesante.ELLA VENIDA DE ALGÚN PAÍS DONDE LA POBREZA ESTÁ A LA ORDEN DEL DÍA Y SEGURAMENTE CON MUCHO DOLOR DENTRO CONOCE A UN EXTRAÑO Y ¡PLAS!SURGUE LA LLAMA ...NO ME PIERDO EL SIGUIENTE.
ResponderEliminarUN BESO.
PERDON `POR LAS MAYUSCULAS ..SE ME FUE EL DEDO Y YA NO LO BORRO.BESOS
Hola Ly, encantada de conocerte, nos alegramos que te guste, jajja...aunquee como le comente a Sherezade, no sabemos el final, es algo que va surgiendo con los días.
ResponderEliminarIntentaremos no demorarnos en las próximas.
Muchas gracias por estar ahí.
Un abrazo
lyria
Sherezade, jajja..ella es de aqui, auque posiblemente haya algún personaje de otro lugar.
ResponderEliminarAl ser una historia entre dos, nunca se sabe lo que puede pasar, pero eso lo hace divertido que es de lo que se trata, auque la parte humana sale entre renglones, es inevitable no dejar entre las lineas un sentimiento de solidaridad.
Un abrazo-lyria
Excelente!! Quedo esperando, mientras me imagino muchos finales posibles.
ResponderEliminarAbrazotes!